«… Fin». Escribió. Luego, dejó la pluma en el tintero. Tornó a leer el último párrafo que había escrito, a examinar cada signo ortográfico y cada verbo conjugado, a cerciorarse de la correcta expresión de las oraciones. Estaba perfecto. Firmó, dibujando su nombre y apellido con un artística caligrafía. Se vistió la cazadora de piel, el sombrero negro y los zapatos. No se olvidó de coger la carta antes de abandonar la habitación. Una vez la tenía entre la manos, abrió la puerta, se subió a la barandilla del balcón y se lanzó al vacío. Lo último que quería decirle al mundo, ya estaba escrito.
«Los humanos somos para los dioses, como las moscas para los niños juguetones, nos matan por recreo»
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domingo, 3 de junio de 2012
Sus últimas palabras
«… Fin». Escribió. Luego, dejó la pluma en el tintero. Tornó a leer el último párrafo que había escrito, a examinar cada signo ortográfico y cada verbo conjugado, a cerciorarse de la correcta expresión de las oraciones. Estaba perfecto. Firmó, dibujando su nombre y apellido con un artística caligrafía. Se vistió la cazadora de piel, el sombrero negro y los zapatos. No se olvidó de coger la carta antes de abandonar la habitación. Una vez la tenía entre la manos, abrió la puerta, se subió a la barandilla del balcón y se lanzó al vacío. Lo último que quería decirle al mundo, ya estaba escrito.
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